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Homenaje al Dr Arturo Zanichelli, fallecido en 1964
Homenaje al Dr Arturo Zanichelli, en el aniversario 57 de su partida Fisica.
Gobernador de la Provincia (1958 -1960 )
Tengo la certeza que son pocos los compatriotas de las dos últimas generaciones que conocen y valoran la trayectoria política de Arturo Zanichelli. Y, naturalmente, de la obra que se ejecutó durante su gobierno entre mayo de 1958 y junio de 1960.
No es la primera vez que la ingratitud ofende la memoria de hombres que lucharon sin claudicaciones consagrando su vida a proteger los valores republicanos. Es una pena. Porque en el pasado están los ejemplos que podemos imitar para proteger la Nación. “La historia Argentina- para decirlo con las palabras de Arturo Frondizi en 1963- es la síntesis de las luchas permanentes para alcanzar la grandeza del país” (“Historia de un yanqui que proyectó industrializar la Patagonia”). En esa síntesis no puede faltar Arturo Zanichelli, a quien evocamos al cumplirse un nuevo aniversario de su fallecimiento, el 25 de mayo de 1964.
Entre 1936 y 1943, recién graduado de abogado, colaboró con los gobiernos históricos de Amadeo Sabattini y Santiago del Castillo y desde que se impuso el peronismo nunca desertó de las luchas que se libraron para defender las libertades y las garantías constitucionales suprimidas por un gobierno que otorgó la suma del poder al Gral. Perón.
Entre 1948 y 1955 como legislador y constituyente fue un opositor respetado por el oficialismo peronista, porque jamás descendió al agravio y a la ofensa. Luchó - como otros hombres democráticos- solo con la palabra y el decoro.
Y en 1955, cuando la insurrección cívico- militar puso fin al gobierno del Gral. Perón fue si no el primero, uno de los primeros que tendió su mano fraternal a los vencidos, proponiéndoles trabaja junto por el progreso del país.
Fue elegido gobernador en los comicios d febrero de 1958, y como vice- gobernador lo acompañó un caballero de Villa María, el Escribano Ángel Reale y ambos honraron las investiduras conferidas.
Como dije, tendió una mano a los vencidos, pero no dejó pasar jamás la oportunidad de marcar diferencias éticas y conceptuales con el peronismo. Así dijo el 1º de mayo de 1958, al jurar en la Legislatura: “No gobernaremos con un partido sino con los hombres que coincidan con nuestra orientación nacional… no existirá un partido oficialista incrustado en la administración pública y se desterrará para siempre el vejamen de las afiliaciones obligatorias y de las cotizaciones forzadas… nada se puede construir sobre el resentimiento y el rencor…”.
Fue un gobierno efímero, solo dos años. Porque el Ejercito- entonces actor y protagonista excluyente de la débil democracia que se intentaba construir- le atribuyó, sin pruebas, haber sido co-autor o cómplice del atentado terrorista que se perpetuo el 16 febrero de 1960. En la madrugada de ese día fueron colocados artefactos explosivos que destruyeron el depósito de gasolina que tenía instalada la empresa “Shell” en las cercanías del ramal ferroviario que comunicaba con la localidad de Malagueño. El atentado provocó 15 víctimas fatales y decenas de heridos graves. Y destruyó viviendas e instalaciones causando enormes daños.
La autoridad militar puso en ejecución el plan de “hacer Justicia por mano propia” y, el primer paso, fue presionar al gobierno central para que interviniera a la Provincia. Frondizi, como en tantos casos similares, no tuvo posibilidad de negarse y creyó que anulando la autonomía provincial podría evitar su propia caída. En solo dos años el gobernador Zanichelli planeó y ejecutó una vasta obra pública, imposible detallar en una sola nota periodística. Pero para tener una idea siquiera aproximada, debe recordarse que echó las bases para poner fin a las “dietas” de los gobiernos peronistas impusieron a la industria y a la población privándolas del servicio eléctrico durante varias horas a diario.
En 1955 ya el tema de la provisión de energía eléctrica era de una inocultable gravedad. El peronismo fomentó la instalación de varias industrias en la provincia, pero olvidó de proporcionarles energía eléctrica. En 1955 ya el problema adquirió una gravedad inocultable.
Por eso el gobernador Zanichelli, sin perder tiempo, inició tratativas con la empresa “Ansaldo”- una de las empresas más importantes que, junto con otras, integraba el Estado Italiano- para que ampliara la producción de la usina Dean Funes, en la ciudad de Córdoba, e instalara una nueva usina en la localidad de Pilar y siete subestaciones en el interior de la provincia. En septiembre de 1959 se firmó el contrato que fue luego homologado por la Legislatura. También acompañaron la iniciativa el Centro de Ingeniería, la Cámara de la Construcción, varias asociaciones empresarias y el Sindicato de Luz y fuerza, a través del pronunciamiento del entonces joven dirigente Agustín Tosco.
Las obras se iniciaron de inmediato y en 1963, el gobernador Justo Páez Molina tuvo el honor de inaugurar la usina de Pilar que, en funcionamiento, aportó la energía necesaria para el pleno funcionamiento de las industrias y la iluminación de las viviendas.
Zanichelli, desde la oposición al peronismo y, luego, como gobernador siempre imaginó a Córdoba como sede de una poderosa industria y a las vastas regiones del interior comunicadas por cientos de kilómetros de rutas afirmadas, y cuadriculado su cielo por las torres y las líneas de transmisión del fluido eléctrico. Para poblar las zonas desérticas e impulsar el desarrollo industrial en las localidades de los departamentos de la zona agraria.
En fin, Zanichelli, como tantos hombres de bien de nuestra historia, no tuvo oportunidad de ver los frutos de sus esfuerzos, murió cuando solo tenía 54 años de edad. Sobre hombres de la talla de Zanichelli suelen los compatriotas arrojar semillas de ingratitud. Para evitar que fructifiquen, nada mejor que el pensamiento de Carlos Pellegrini: “Cuando la ingratitud pide el silencio y el olvido, la Justicia reclama la palabra y el recuerdo”.
Lleguen estas palabras como homenaje a un político de nobles miras y a un estadista capaz y honrado.
Dr Raul Faure
Abogado, Historiador
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Aunque nos parezca ayer, se cumple un año más de la desaparición física de este gran Gobernador que allá por 1958, llegara al gobierno de la provincia Cordobesa, por voluntad del pueblo de esta patria nuestra que aún busca su destino de grandeza, de Nación, por la que luchó en su vida política, nos dejó Don Arturo Zanichelli. Es que este hombre, mezcla de caudillo y estadista, marcó profundas diferencias con el concepto que antes y ahora de la acción política teníamos los Argentinos. Desde aquella histórica postura posterior a su injusta caída por imperio del Poder Central, que supo expresar en el viejo Casablanca de la capital Cordobesa, y que decía con simpleza y profunda convicción ”…descreo de las doctrinas económicas que no ponen al hombre como centro principal de sus ideas...”, hasta su obra de gobierno ya detallada precedentemente, a lo que simplemente pueden agregarse tantos hechos, como por ejemplo su preocupación llevada a la realidad con el Estatuto del Docente, que dio estabilidad para siempre a los maestros y maestras que hasta entonces eran carne de cañón de los muchos gobiernos de turno, o la voluntad de tener un Tribunal Superior de Justicia, brillante por sus integrantes, sólido por sus convicciones, independiente en serio de los Poderes del Estado. Ese fue Arturo Zanichelli, inolvidable en su gestión y militancia cívica, tan recordado en esta época de corrupción e ineptitud en los gobernantes de este nuestro país. Recordemos su figura, ejemplo de conducta y comprensión de los grandes temas nacionales, con una mirada al infinito que en algún rincón de su universo nos mirará con las ansias que siempre tuvo para recorrer los caminos de Córdoba y el país, sin odios y sin rencores.
Dr Victor Oscar Indiveri
Abogado
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Recordar a un grande como Arturo Zanichelli, como lo venimos haciendo desde su partida, 1964 y en tan patriotica fecha, es un acto que hemos podido hacer con Misas en la Capilla Domestica de la calle Caseros, en La Catedral, en Maria Auxiliadora, y uno de los mas importantes fue en el 2011, en la Plaza que lleva su nombre, y a la que asistió el Gobernador de la Provincia Dr de la Sota, el ex Gobernador Eduardo Angeloz, el Intendente Ramon Mestre hijo, representantes de La Curia, de la Universidad Católica, del Poder Judicial Provincial y Nacional, y calificadas figuras representativas de partidos Políticos Cordobeses, empresarias y Sindicales.
Siempre se lo recuerda con cariño y respeto por lo que dijo e hizo, tanto en la defensa de las Instituciones republicanas, como en el fortalecimiento de las bases productivas de la Provincia, energía, caminos y Educación en alta prioridad de su gestión, la Independencia de los Poderes, la plena vigencia de las libertades publicas fueron su inclaudicable norte.
El amor y respeto a la familia lo ejemplificaba diariamente en su casa, predicaba con el ejemplo, y sostenía el valor de la palabra como un compromiso moral.
A los que hemos tenido el privilegio de conocerlo, acompañarlo y aprender a gestionar en la administración pública, lo acompañaremos siempre.
Quizá el Destino tambien aportó para su eterno descanso, no vió lo que es hoy su amada Argentina, demolida por la pequeñez y el delito, el desprecio por el merito y el martirio de la ilegalidad.
Descansa en Paz, Arturo Zanichelli, siempre serás Bandera.
Eduardo Bordones
Periodista
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A quién le molesta el campo..?
Por José Antonio Riesco
Instituto de Teoría del Estado
“-El avance de los ideólogos -cargados de resentimiento- está exhibiendo un afán de desquite por su fracaso, en los años 70, los de la violencia armada, cuando se empeñaron en imponer una dictadura”. (J. Caunedo)
“-A qué responde el apuro por restringir la actuación de las FFAA ante situaciones de crisis de seguridad, y restableciendo el requisito de que los invasores deben vestir el uniforme de un Estado extranjero…? -
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Los ataques contra la producción agropecuaria, mediante la destrucción de silos y otros modos de concentración y depósito de cereales estratégicos, constituye una sorpresa maligna que viene alarmando a la opinión pública nacional. Esto ocurre en los ambientes rurales pero ya ganó el interés y la preocupación de los ámbitos urbanos.
Nadie ignora el aporte de la producción agropecuaria en cuanto al ingreso millonario de divisas a través de la exportación y de cuyo monto se sirve golosamente el presupuesto público, con o sin restricciones. Sin olvidar los sueldos de la burocracia y los “privilegios” de los representantes políticos. De la misma fuente el Estado computa recursos para sus necesidades institucionales y, a la vez, los medios para dotar de infraestructura (obras públicas) a la población. Pero, conjuntamente, de la faena agropecuaria proviene buena parte de los alimentos a un precio accesible para los diversos niveles de la estructura social. Qué pasaría si el consumo debiera depender de productos importados a un costo muy por encima de la producción interna..? - En cuanto se reduciría el acceso a los alimentos básicos y sus derivados dietéticos industrializados..?
Nadie deja de tener en claro cuánto --sobre todo por la explosión productiva de fines del siglo XIX, con la inmigración-- avanzó con creciente dinamismo como factor medular para el desarrollo nacional. Y con ello multiplicando, en sentido ascendente, las condiciones técnicas, financieras y cívicas del pueblo argentino. Entonces, cómo explicar y/o justificar la campaña “contra el campo” que en los últimos tiempos viene expresada por supuestos “dirigentes sociales” que denuncian la legitimidad de este componente fundamental de la nación argentina. Son los que reclaman medidas jurídicas y económicas en contra de los establecimientos agropecuarios
Claro que no es cuestión de ingenuidad. Los mandarines de la “transformación del capitalismo” --proclamado en fecha reciente desde el gobierno-- pretenden someter al gran sector de productores agropecuarios como parte de una particular modalidad de la lucha de clases. Saben que, en la historia del país, en el campo está una de las fortalezas de la nacionalidad, y hay que voltearla. Para lo cual el principal frente de batalla está en la “propiedad privada” y desalentar la iniciativa de miles de individuos y familias que, al decir de un pensador ilustre, “constituye uno de los más grandes y eficaces manadero de energías sociales”.
Ninguno de estos revolucionarios de opereta ha contribuido mínimamente al desarrollo socio-económico argentino, y tampoco tienen suficiente valor para reconocer públicamente su auténtico credo ideológico. Les apasiona cualquier forma de colectivismo, aunque se proclamen monaguillos o delegados de alguna usina metafísica. Pero no disponen de la fibra política de Lenin aunque lo lleven en el subconsciente, y apenas si recitan algunos de los aprestos literarios de Trotsky.---
El estatismo como propuesta ideológica
Por José Antonio Riesco
Instituto de Teoría del Estado
--“La agresión de los ricos contra los ricos que está en la berlina, hoy y aquí, por un lado puede hacer daño espantando las inversiones; pero además aparece como el libreto de un sainete político.”
--“La óptica mental de cierto izquierdismo, pretendiendo ser una iniciativa justiciera en estos días de “pandemia”, tiene un fondo ideológico más trasnochado que sensato; acaso por que advierte de cuanto ignora la transformación socio-económica que lleva la sociedad desde que se superó la Gran Crisis de 1930.”.
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En la Argentina el llamado “índice de pobreza” es demasiado alto si se lo evalúa con relación a los medios naturales, la producción agropecuaria y minera, nivel de industrialización alcanzado por el país y los recursos socioculturales (profesionalidad, artes, educación) a disposición. La población ya superó los 44 millones que, por la escala de cada sector comprende: 50% la base social, 45% clase media y 5% el sector alto.
--La pobreza en este país tiene largo tiempo. Es como una enfermedad crónica, pese a que se suceden los gobiernos (civiles y militares) y no se encuentra la vacuna adecuada y eficiente. La cuestión, entonces, remite al Estado y a quienes lo dirigen. Y se presenta como un misterio, tan difícil de resolver cual el origen del Universo. ¿Cómo, porqué?”
Las cifras de las escalas socioeconómicas, empero, aún siendo correctas, solamente aportan los “grandes números” para comparaciones globales entre uno y otro nivel de profundidad de los tres principales que constituyen, acorde a la Sociología, la estructura social. Hay algo, empero, que no puede ignorarse. la realidad no es pétrea sino que, normalmente, está “en movimiento”. A diferencia de lo ocurrido con la sociedad anterior al Renacimiento, la vida social soporta y genera energías que no admiten ser neutralizadas por las viejas formas de poder.
La vitalizan ciertas modalidades sociopolíticas y técnicas, y también cambios que modifican dichas posiciones relativas. La evolución industrial (siglos 17/18) fue la dura apertura a la modernidad. En el siglo XX no pararon las transformaciones, el mundo siguió marchando. Un fenómeno que, de manera relevante, siguió a la Gran Crisis (1929 en adelante), con una relación no tradicional entre las fuerzas sociales y, a la vez, entre éstas y las políticas públicas. En lugar de un Estado guardián de los modos socioeconómicos y jurídicos del siglo XIX, se instaló el Estado activo y regulador de las instituciones y del juego de intereses.
El liderazgo de Ludwig von Mises, talentoso catedrático de la economía de mercado, cedió su lugar a John Maynard Keynes, un “intervencionista” al que no perdonan los nostálgicos de la ortodoxia liberal. Eran los días de avance del modelo soviético y del nacionalismo totalitario. O sea que, ante dicho proceso, el rol de Keynes fue, decididamente, un salvataje.
La composición de la sociedad no ha sido ni es estática. Al superarse la Gran Crisis tomó su lugar --y mucho más con la paz de 1945-- la modernización tecnológica, un nuevo ciclo de la acción empresarial y en el cual la propiedad privada en sus diversas modalidades debió aceptar al Estado --aún a distancia-- como factor regulador. Fue el caso del “new deal” en USA, y en Argentina el giro de la jurisprudencia de la CSJ al imponer el “interés público” sobre los derechos del propietario en los préstamos
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En 1958 : Zanichelli gobernador de Córdoba
Por José Antonio Riesco
Fue en 23 de febrero de 1958, hubo comicios generales y en Córdoba resultó electo Arturo Zanichelli, abogado, de origen mendocino. El flamante gobernador era un activo deportista, Cumplió una larga militancia en la UCR, posteriormente -sin renegar de nada ni de nadie- se incorporó a la UCRI. A ésta, en el orden nacional, la lideraba Arturo Frondizi electo Presidente en la misma fecha.
Muchos observadores coincidieron en que se abría paso una nueva generación, luego de un complicado ciclo inaugurado por la llamada Revolución de 1955 que produjo la caída y destierro del ex presidente Juan Perón. Al resultado de 1958 lo animaba la esperanza de un rumbo de altura. Y que se lograría mediante el programa de “integración y desarrollo” con que los triunfadores del acto comicial se proponían cerrar la etapa de desencuentro e inquina que daba color a las relaciones entre los actores de la política argentina. Lo cual requería, en los nuevos mandatarios (nación, provincias y municipios), algo más y mejor que voluntad de pelea y/o sectarismo partidista.
La meta más importante para reconstituir la democracia --y dada la potencia electoral del peronismo-- consistía en un acuerdo “estratégico” y eso implicaba que se respetaría el triunfo de la fórmula ganadora en el comicio. Para que ésta, al gobernar, pudiera incorpo rar las masas al sistema institucional y, con ello, cerrar el ciclo de la mayoría “proscripta” desde 1955. Alguien dijo que era una suerte de convocatoria “no gorila”, orientada a la absorción del peronismo por el régimen republicano mediante un proceso de “integración” social y político.
En la elaboración de ese programa con Frondizi habían colaborado Arturo Zanichelli, Silvestre Begnis, Raúl Uranga --a veces en disidencia con el aporte fundamental de Rogelio Frigerio y sin pasar a mayores-- hasta lograr el acuerdo definitivo. En contraste con esta idea básica (integración sociopolítica y desarrollo económico) se dio una suerte de democracia cerrada como fórmula de los otros partidos: UCR, PS, PDC y sectores del conservadorismo.
La asumían hombres honorables como Ricardo Balbín, Santiago del Castillo, Lucas Arragaray, Horacio Sueldo, Eduardo Gamond, Américo Ghioldi y otros. Su idea de reconstrucción del sistema constitucional excluía al peronismo. En algunos dirigentes de esa obstinación seguía siendo válido aquello de “el aluvión zoológico”, lanzado en 1946 contra el régimen fundado por Perón.
En Córdoba eso de “integración y desarrollo” mostró la idoneidad y la amplitud política con que el gobernador Zanichelli organizó sus equipos y definió los objetivos básicos de su gestión. Lo hizo sin ataduras partidistas ni ideológicas, en sus colaboradores no hubo extremistas y numerosos funcionarios fueron designados por sus capacidad y al margen de preferencias domésticas. Algo que le valió aplausos y también quejas y rencores. La ley que rige a los que gobiernan sólo para el bien común.
No logro recordar a todos, pero tengo presente los nombres de Dr. Félix Martín, Escr. Héctor Panzeri, .Ing. Molina, los economistas Raúl A. Rios y José Calvo, Dr. Miguel Pascheta, Prof. Elvira Baroffio, Dr. Marcelo Torres, Prof. Leticia Aguirre, Dr. Juan Zanetti, Prof. Francisco Rodríguez, Escr. Angel Reale, Prof. Eduardo Bordones, Ing. Rinaldo Prósperi, Dr. Gilberto Molina
Zanichelli gobernó con una visión realista de la situación provincial; por eso cubrió los cometidos principales: educación, salud pública, rutas y caminos, energía eléctrica, promoción industrial y agropecuaria, seguridad, etc. En cada rubro fue activa la vinculación concurrente entre el sector público y las actividades privadas; de ahí el permanente contacto con las entidades representativas (sindicatos, centros industriales y comerciales, cooperativas, clubes deportivos). Y sin excluir los relaciones con la dirigencia política, en especial en el ámbito legislativo. Cuando surgió y se puso en marcha la legalización de las universidades privadas, en especial “la Católica”, no titubeó en brindar su apoyo.
La política municipal --el área del poder público que más directamente se vincula con los vecinos y sus actividades industriales, comerciales y culturales-- tuvo un lugar muy destacado en el programa de “integración y desarrollo” que llevó adelante Zanichelli. Sin perjuicio de la competencia y acción del ministerio de gobierno, el gobernador promovió el asesoramiento directo de un grupo de intendentes, entre ellos fue muy fecundo el aporte del Escr. Angel Viqueira, por entonces “lord mayor” de la ciudad de Bell Ville.
El 15 de junio de 1960 la provincia fue intervenida por el poder central. Zanichelli falleció a la mitad de la vida (25.V/64). Pero no pudo eludir el juego de calumnias y acciones malignas en contra de su persona y de su obra. Un fenómeno que, desde los altos niveles o desde los ámbitos populares, por largo tiempo viene esterilizando a la nación para existir y operar como una democracia moderna. El costo, para propios y ajenos, está a la vista.-
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El difícil arte de gobernar
(percepción, realismo y control)
Por José Antonio Riesco
Instituto de Teoría del Estado
- “Sin estrategia el político se mueve a ciegas, pero el exceso de estrategia puede llegar a cegar al más ducho de los conductores.” (Juan Perón) --- “Si un militar ocupa el poder político del Estado, y aplica criterios cuarteleros en su relación con la sociedad, promueve adhesiones irra
cionales y para nada una conciencia social y democrática.” - (Gral. Schleicher)-- “Gobernar no es soplar y hacer botellas.”: R. J. Cárcano y otros.
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Hace tiempo leí un trabajo del general Oscar Sacheri --“Apreciación de Situación”-- donde explicaba la posición mental de un comandante en operaciones. Es cuando ante la inminencia de una batalla, se ve compelido a adoptar las decisiones del caso. O sea estudiar el campo, que es el espacio físico, marítimo y aéreo y sus elementos fijos y activos, humanos y materiales. Lo asiste, normalmente, su “estado mayor” o equipo de especialistas en los principales rubros del acontecimiento. Pero deberá ajustar el visor si le toca conducir el Estado. Algo sobre lo cual los “argie” tenemos nuestra tradición; aunque a veces los líderes civiles no fueron mejores.
-“Charles de Gaulle combatió en las dos grandes guerras contra Alemania; pero al gobernar Francia superó la lógica del cuartel y se abrazó con el teutón Konrad Adenauer. Entonces nació la Unión Europea como gran proyecto para la paz”.
Lo del militar suele ser parecido pero no igual. -Para no actuar a ciegas --o caprichosamente como el cónsul Varron (Cannas, 216 a.C)-- debe resolver ciertas exigencias propias de la profesión y ya indicadas, entre otras conocer y/o entender la mente del oponente. Seleccionar las rutas de avance y, por previsión, las de retirada, etc.
O sea que “el campo” es un factor vivo con el cual dialogar y enfrentarse. Todo conforma “la situación”, un fenómeno dinámico con sus riesgos y oportunidades. Es el soporte mental de la decisión estratégica. Con el manejo del Estado, y conducir una sociedad, ocurre algo similar (guardando las diferencias, que no son pocas), aunque la defensa es una función sustantiva de todo gobernante (art. 21 CN).
-“Julio A. Roca y Agustín P. Justo fueron buenos militares, y la historia (al margen de odios y envidias) dejó visto que luego de ejercer el gobierno nacional el país habían cumplido un notorio ciclo de desarrollo. El uno plantando la Nación que, victoriosa, llegó a la admirable marca de 1910. Y el otro logrando superar la Gran Crisis de 1930 y dejar una sociedad próspera y en marcha. Ellos no fueron santos, que los santos son para otra cosa”. ( J. Caunedo)
El ejercicio del poder político es mucho más problemático, el pueblo no es “una tropa”; y demanda del funcionario una actitud mental que necesita entenderse con una situación normalmente compleja. Por razones prácticas no se gobierna con todos, aunque sí hay que hacerlo para todos. Va mucho más allá que la conducción de un ejército. De ahí que la Ley Suprema asigna al principal responsable de la faena una posición especial. En este caso al Poder Ejecutivo, cuyo titular es el Presidente. Actúa acorde a lo que le autoriza la Constitución y las leyes que, de conformidad, sanciona el Poder Legislativo..
“- El Pte. “es el jefe supremo de la Nación, jefe del gobierno y responsable político de la administración general del país.” (art. 99-1 de la Constitución). En los siguientes incisos se especifican y desarrollas tales atribuciones.
Sin exagerar, --a no ser que lo limite y condicione algún factor ajeno a la ley, Catalina
de Rusia hubo una y nunca más-- el gobierno de la sociedad nacional tiene su actor principal en el Presidente, con más cometido y libertad de acción que, por ejemplo, suele disponer el Primer Ministro en un sistema parlamentario. Le cabe el deber de conocer lo principal del sistema legal, y percibir (detectar y evaluar) todo lo necesario de “el campo”. Su percepción realista y siempre actualizada es la herramienta principal.
Su objeto es la población y su organización territorial en jurisdicciones, el régimen económico y financiero, los partidos y grupos sociales, y el nivel de los medios privados y públicos. Lo hace apoyado por un equipo ministerial con eficiencia técnica y política, para nada meros subordinados y que pongan su lealtad sólo al servicio de las necesidades y recursos de la nación. Para que al Presidente le ayuden a una inteligente “apreciación de la situación”. Un gabinete de alcahuetes no le sirve a nadie (J. Cueto)
--En la llamada “sociología de profundidad” se distinguen al menos tres niveles socioeconómicos: alto (5%), medio (45%) y bajo (50%, en la Argentina por ejemplo. En el último siglo hay indicadores de cambios y evolución que denuncian la superación gradual de las diferencias entre uno y otro nivel. Tiende a superarse la antigua rigidez entre las clases sociales, algo que viene alterando y superando a la vieja estructura socio-cultural. De ahí la alta complejidad dónde y cómo vivimos. Y pese a que cierto ideologismo anticuado no advierte o -por intereses sectarios- se empeña en negar.
Un problema fundamental --junto al conocimiento lo más objetivo posible de la realidad nacional: la sociedad en movimiento-- es que el gobernante actúe con plena conciencia de que no tiene al frente (ni trate de engendrar) un rebaño o una multitud de fanáticos ni de mendicantes. Se supone que el ejercicio de la libertad básica de los habitantes ha generado una comunidad de ciudadanos, donde el más importante tiene obligaciones y el más débil dispone de derechos. Y no meramente de limosnas.
Aunque la práctica política, arriba y abajo, suele contaminar de privilegios en un caso, y de servidumbre en el otro. Para todos vale el deber de existir acorde a condiciones de disciplina social. De otro modo se frustran los fines del Estado. Es el secreto de las naciones fuertes y desarrolladas. La faena gubernativa es dañina --incluso antipatriótica-- si el aumento del “gasto público”, con una alta y costosas burocracia, consume irracionalmente la capacidad financiera del Estado. En buena medida se relaciona con el atraso en la tecnología avanzada para la Administración. El vicio de la “empleomanía” -- sostenido por una irracional emisión monetaria-- es parte, desde siempre, de los hábitos de cierta porción destacada de la dirigencia partidocrática.
Junto a la realización de “objetivos” la función gubernativa se complementa con “el control” de todo lo que pasa y no pasa con la acción de los tres poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial). En cualquiera de ellos se dan situaciones de ineficiencia, demoras injustificadas, costos ilegales y corrupción.
Los procedimientos informáticos --con base en alta tecnología-- proporcionan “en acto” las señales y datos adecuados para ubicar, detectar y conocer la posición física y/o electrónica de un asunto (expediente, gestión, obra pública, conflictos, etc.). Salvo motivos especiales y/o irregulares, sólo por negligencia o intereses, el Presidente y sus ministros no pueden justificar demoras o atrasos en el control de las actividades de los organismos de su dependencia. El gobierno del Estado debe operar con la racionalidad, celeridad y precisión de un sistema y no de otro modo. Incluso utilizar los servicios informátivos materiales y/o personales, en un tiempo y un país que se pretende del Siglo XXI.
El concepto político de “control” comprende a las relaciones --en reciprocidad-- de los tres poderes de la Constitución. Pero va más allá, en el sentido de que el Gobierno debe recibir oportuna y adecuada noticia de resoluciones de esas áreas de actividad estatal y no sólo por el mensaje que llega con las resoluciones, los debates o las sentencias. Pero además, a dicha percepción formal en la democracia tiene importancia aquello de que por razones prácticas “se gobierna con pocos pero para todos”. El pueblo de alguna manera, en tal régimen, necesita ser y sentirse “autor y actor” del mismo. Algo que los demagogos y dictadores carismáticos saben cómo disfrazarlo.
Los regímenes republicanos, además de básicamente democráticos, no pueden eludir semejante compromiso en una sociedad participativa. La conexión existencial entre el gobernante y los diversos niveles de profundidad de la estructura social (baja, media y alta) abre y/o perfecciona la posibilidad de asumir la problemática socioeconómica y, a la vez, emocional de la población. Una faena que se pretende suplir con encuestas y estudios de campo, o que suele delegarse en la red de “militantes y punteros” si es que se cuenta con ellos. Y cuya eficacia la experiencia aconseja no despreciar ni exagerar.
En las autocracias (directas o disimuladas por el populismo) el control se hace de arriba hacia abajo, es una herramienta de dominio. En las democracias funciona como un “va y viene”. A los requerimientos y mensajes del gobierno corresponden similares comportamientos de la sociedad. Esta se expresa de modo directo (grupos de bases, individuos, periodismo) y cobra vitalidad si los partidos políticos son algo más y mejor que agencias de colocación de candidatos o gestores de jubilaciones de privilegio.
Vale tener presente que la llamada Ley Saénz Peña (1912- art. V) a los argentinos les otorgó el “voto individual, secreto y obligatorio”, para ser ejercido por ciudadanos y no otro invento. Aunque en cada generación siempre surgen “líderes” exitosos, listos y capaces para masificar y domesticar al pueblo asignándole el título de mayoría democrática. Con eso lo rebajan al nivel de “cosa” y poco más. A lo cual suele ayudar cierta orientación de la pedagogía para que, en la escuela, al niño y seguidamente al joven, lo acostumbren a despreciar la disciplina social y, más aún, le imponen memorizar la batalla de San Poroto y la biografía del rey Pironcho, aunque para nada las leyes básicas de la economía a fin de que al votar distinga entre un demagogo y un estadista.-
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